El bandoneón es un instrumento parecido al acordeón, con botones, accionado con fuelle, que se toca con las dos manos simultáneamente y que funciona por la acción del aire a presión con un sistema de lengüetas (reeds) metálicas. Sin embargo, se diferencia de éste en que en la parte izquierda no tiene enlaces de acorde, es decir, en ambos lados hay una escala de tonalidad única. El bandoneón tiene además un tabulador especial que permite aprender a tocarlo sin conocimientos de notas musicales.
El nombre bandoneón proviene del maestro de música alemán Heinrich Band, que creó la primera fábrica de bandoneones en su ciudad natal de Krefeld en 1843. En cuanto al nombre, se cuenta que se formó una cooperativa o “band-union” para apoyar la construcción de este instrumento. Este término se transformó en “bandonion”. Los primeros bandoneones eran muy sencillos y no tenían la cantidad de tonos de los instrumentos actuales: tenían solamente 56 tonos con 14 teclas de cada lado. Más tarde se fabricó otro de 64 tonos que tenía 32 teclas, 23 del lado derecho y 21 del izquierdo.
Después de la Primera Guerra Mundial, nació en Europa el bandoneón estándar de 144 tonos, el más popular hasta hoy. Marinos alemanes y emigrantes lo trajeron antes del 1900 al Río de la Plata. Este bandoleón, que era bastante elaborado y tenía 142 tonos, es el que se utiliza hasta el día de hoy en Argentina y en el Uruguay, siendo sinónimo del tango. A partir de entonces el nombre de bandonion se cambió por bandoneón. Su fuerza de expresión y su color de sonido convirtieron al bandoneón en uno de los instrumentos primordiales de las orquestas de tango en la década de los 40 y 50.
Hoy día en Argentina y Uruguay hay un grupo de renombrados bandonionistas que se preocupan de su promoción entre los jóvenes, manteniendo así vivo el tango y creando nuevos caminos en la música. Sin embargo, no se encuentran bandoneones de buena calidad, ya que el desarrollo técnico de la construcción del bandoneón se abandonó por los años 20. Por eso, hay muy pocos bandoneones viejos que se puedan usar y ninguno nuevo. Además, actualmente tampoco hay fábricas de bandoneones y los de buena calidad son piezas heredadas. Casi 160 años después de su invención, el bandoneón está en peligro de extinción.