Era el invierno del 2002 en Hermiston, Ore., cuando Jesús Jaime-Díaz hablo con su hermano May de 14 años  y le dijo que él podía lograr todo lo que quisiera. Después de todo lo negativo que Jaime-Díaz había pasado en su vida, (pobreza, pandillas, violencia, arrestos)- él quería ser un modelo a seguir para May. “Puedes ir al colegio. Puedes ir al otro lado de Oregon” Jaime-Díaz le decía. “Puedes ser un Castor o un Pato,” las mascotas de La Universidad del Estado de Oregon  y de la Universidad de Oregon. “Y yo te ayudaré a comprar un carro.” Jaime-Díaz estaba seguro que su hermano escogería un carro caro, y comenzó a pensar y arrepentirse de lo que le había dicho.

May le dijo que quería un Camaro de 1977 y que prefería ser un Castor que un Pato. Jaime-Díaz no supo porque le había decidido eso, y jamás lo sabría. May falleció un mes después de esa conversación cuando la traila donde vivían estalló en llamas. “Después de eso sentía que la vida no tenía propósito,” dice Jaime-Díaz. “La vida jamás será igual sin él, siempre me siento entumecido y vacío.”

Un Largo Camino por Recorrer

En teoría, el colegio no parecía ser una opción probable para alguien como Jaime-Díaz. Él había dejado los estudios de la preparatoria y había estado trabajando en el centro de distribución de Walmart en Hermiston por cuatro años cuando decidió obtener  su GED. “Me daba vergüenza y caminaba con mi cabeza agachada cuando pensaba que no tenía mi diploma,” dice Jaime-Díaz. “Siempre me dolía que hubiera dejado mis estudios.” Jaime-Díaz recibió su GED unos meses después de la muerte de May.  Continuó en la escuela y recibió su certificado de Asociado en El Colegio Comunitario Blue Mountain en el 2005. “Me acuerdo de mi primer día en Blue Mountain,” dice Jaime-Díaz, “pensé: ‘estoy en el colegio.’ Esto hasta ahora sigue sintiéndose irreal. No hace mucho que me estaba congelando sentado en un sofá viejo en mi casa, hambriento y sufriendo con mi familia, y ahora estoy aquí.”

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Jesus Jaime-Diaz

Después de acabar en Blue Mountain, Jaime-Díaz  continuó con su promesa de honrar a May  y fue aceptado en OSU convirtiéndose en un Castor. Al cumplir con su promesa, encontró su pasión de ayudar a mejorar  las comunidades marginalizadas y a educarlas. La primavera pasada, Jaime-Díaz se graduó con una licenciatura en comunicación oral y estudios étnicos. Pero antes de acabar, pasó diez semanas haciendo su internado y trabajando con los jóvenes del barrio en Santa Cruz, California. Las historias de estos jóvenes eran demasiado similares a la de él.

Devolviendo a la Comunidad

Jaime-Díaz se enteró del programa Barrios Unidos en Santa Cruz cuando vio uno de sus anuncios en la oficina del profesor de estudios étnicos, Robert Thompson. Mostraba dos manos uniéndose entre sí como un gesto de solidaridad. La imagen lo movió tanto que Jaime-Díaz decidió trabajar para el programa ese mismo día. Inmediatamente les mandó un correo electrónico para ofrecer sus servicios voluntarios.

Desde Enero a Marzo del 2009, Jaime-Díaz trabajó con jóvenes de altos riesgos de todas las edades. En el Centro Comunitario Live Oaks, ayudó con talleres para adolescentes en programas de libertad condicional. Jugó unos partidos de vóleibol con ellos y cocinaron comidas mexicanas tradicionales como el ceviche. Muy pronto algunos muchachos del barrio que no se encontraban en el programa comenzaron a involucrarse simplemente para tener un lugar nuevo y sano para pasar el tiempo. Jaime-Díaz ayudó a reducir la hostilidad entre los estudiantes pandilleros de la preparatoria Pajaro Valley en Watsonville. También trabajó en la preparatoria de Barrios Unidos para Cambio Social Cesar Chavez presentando seminarios sobre las fundaciones de los estudios étnicos, la esclavitud, el genocidio y la colonización.

Además, Jaime-Díaz trabajó por medio de Barrios Unidos con niños en el Centro Comunitario Beach Flats, un hogar para niños cuyos padres trabajaban en varios trabajos, y quienes estaban en alto riesgo de iniciarse en la vida de las pandillas. “Tuve la oportunidad de jugar ‘Candyland’ con los niños,” un juego de tablero Americano, “que nunca pude jugar cuando era niño porque no hablaba inglés. Esos niños me curaron emocionalmente y siempre se los agradeceré, jamás los olvidaré.”

Jaime-Díaz pudo darles a los niños en Santa Cruz algo que siempre había buscado él mismo- un mentor.  “Me dijeron que  había hecho una gran diferencia en sus vidas y que nadie los había tratado de esa manera. Yo siempre busqué este tipo de guía cuando era niño.”

El Camino por Adelante

Ahora, Jaime-Díaz está inscrito en el programa de Maestría de Estudios Interdisciplinarios en OSU estudiando educación de adultos, comunicación oral, y estudios étnicos. “Mi enfoque está en el reclutamiento y retención de estudiantes para el colegio en comunidades oprimidas o sin representación. “Él dice, “espero continuar mi educación obteniendo un doctorado en educación de adultos con un énfasis en el liderazgo del colegio comunitario, ojalá como un “Castor.” Eventualmente quiere regresar al oeste de Oregon para desarrollar un enfoque comunitario para reclutar a jóvenes Latinos. “La educación no lo hace a uno mejor que los demás. Lo que hace, es darnos una responsabilidad moral de asistir a los demás en alcanzarla también” dice Jaime-Díaz.

El deseo de May de ser un Castor es lo que lo ha motivado a Jaime-Díaz a seguir adelante. “Cuando murió May, la idea  de ser un castor se repetía  en mi mente y me hice una promesa. Para mantenerme vivo, voy a honrar a May y me haré un Castor. Pensé: “lo que tú querías hacer, yo lo haré por ti’,” dijo Jaime-Díaz.