Cristina Delgado
Cristina Delgado

La vida no fue fácil para Cristina Delgado cuando se trasladó a Estados Unidos desde Michoacán, México, a la edad de 9 años. Su padre había fallecido recientemente, y su madre se la llevó a ella y a su hermana a Hillsboro, Oregon, para darle a su familia la oportunidad de iniciar una nueva vida.

Cristina no conocía el idioma, las tradiciones ni los valores de su nueva cultura. Tampoco disponía de muchos recursos. Su madre trabajaba en más de dos empleos para mantenerlas, incluyendo la limpieza de escuelas y labores agrícolas. Finalmente consiguió un empleo en McDonald’s, donde lleva trabajando más de 10 años.

A pesar de esta difícil transición, la madre de Cristina Delgado siempre ha estimulado a sus hijas a participar en su comunidad. “Ella pensó que era la manera perfecta de que aprendiéramos el idioma un poco más rápido, o de aprovechar oportunidades de liderazgo,” recuerda Cristina. “Mamá siempre decía, ‘Si hay un club, inscríbanse. Si hay alguna actividad, participen.’”

Fue más fácil que Cristina siguiera ese consejo cuando, en 8 o grado, ella y su familia se mudaron a Forest Grove, donde una gran población latina colaboró en su proceso de adaptación.

“Ir a la escuela y tener clases con otros estudiantes latinos me facilitó las cosas,” rememora Cristina. “Algunos de los cursos tenían traductores y personas disponibles para ayudarnos en español. Había actividades en las que podía participar después de clases y hacerme sentir realmente parte de Estados Unidos.”

Esa nueva sensación de contención y el estímulo de su madre ayudaron a motivar a Cristina a asumir posiciones de liderazgo en organizaciones destinadas a la ayuda comunitaria. Se comenzó a transformar en una forma de vida para ella. Desde su época en la secundaria en Forest Grove hasta ahora, a punto de graduarse en la Universidad Estatal de Oregon (OSU) en Ciencias Políticas, Cristina ha incorporado el servicio comunitario en su vida académica y extracurricular.

Durante el tiempo que pasó en la OSU, Cristina ha visitado escuelas secundarias para dirigirse a los estudiantes latinos y entregarles información sobre el ingreso a la educación superior. Ha servido de guía a estudiantes secundarios, a quienes llevó al campus de la Universidad Estatal de Oregon para que pudieran ver cómo es la vida universitaria. Cristina ha conectado a las comunidades con recursos y servicios de traducción. Ha ayudado a organizar festivales culturales en el campus cada año. Ha participado en PeaceJam. Ha ayudado a producir una versión en español de “Los monólogos de la vagina” los tres últimos años a fin de llamar la atención sobre temas sexuales que suelen ser tabú para la comunidad latina.

“Nunca he visto a alguien tratando tan desinteresadamente de retribuir lo obtenido a su comunidad como lo hace Cristina.  Ella se esfuerza académicamente no sólo por obtener buenas calificaciones, sino también por adquirir los conocimientos y las habilidades que le permitan ayudar a los demás,” destaca Joseph Orosco, profesor de filosofía en la Universidad Estatal de Oregon a quien Cristina considera uno de sus mentores.  “Es una estudiante excepcional que ha tomado lo que ha aprendido y defiende los derechos de las mujeres latinas e indígenas en el campus y en su comunidad.”

Cristina llegó a la Universidad Estatal de Oregon en parte debido a su participación comunitaria. Fue la presidente del Movimiento Estudiantil Chican@ del club Aztlan (M.E.Ch.A) en su escuela secundaria, donde recaudó fondos, organizó reuniones sobre la reforma en la inmigración, organizó clases de inglés para adultos que trabajan en granjas y visitó campamentos de trabajadores para hacer entrega de alimentos y ropa. Cristina también hizo una pasantía en una organización que ayuda a miembros de la comunidad a obtener su diploma GED y a aprender habilidades informáticas y de entrevistas laborales.

Su potencial de liderazgo captó la atención del asesor guía José Torres, un ex alumno de la Universidad Estatal de Oregon que instó a Cristina a solicitar el ingreso a dicha institución. Le comentó a Cristina sobre el Programa de Ayuda Universitaria para Inmigrantes (College Assistance Migrant Program, CAMP), un programa federal que brinda apoyo a migrantes y empleados temporeros agrícolas y a sus hijos durante su primer año en la enseñanza superior. Le informó también sobre algunas de la organizaciones M.E.Ch.A en la Universidad Estatal de Oregon.

“Envié una solicitud en parte porque él me incentivó a hacerlo,” manifiesta Cristina. “La segunda razón por la que vine es que siempre me interesó la educación, tomando en cuenta las experiencias de mi vida. Mi familia sacrificó mucho por mí al traerme a Estados Unidos con la esperanza de continuar mi educación. Para mí, ir a la universidad, especialmente a la del Estado de Oregon, era una forma de agradecimiento.”

Al igual que a muchos estudiantes, a Cristina le preocupaba la transición de la vida familiar a la universitaria, y se preguntaba cómo sería su vida cotidiana. ¿Le iría bien? ¿Lo lograría?

“Había ocasiones en las que sentía deseos de volver a casa y quedarme allí, pero apenas llegué a la Universidad Estatal de Oregon, comencé a buscar las organizaciones y las formas de participación que me hicieran sentir como en casa,” confiesa Delgado. Sin duda el programa CAMP fue de gran ayuda. Significó para Cristina un pequeño grupo de amigos que habían experimentado situaciones similares, en quienes podía confiar si necesitaba ayuda.

Pero Cristina también creó su propio espacio en la universidad con su participación comunitaria, y con gran éxito. Cuando estaba en el penúltimo año de la educación secundaria, se adjudicó un premio de $5,000 por liderazgo en cambio social, el cual le permitió hacer una pasantía en PCUN, el Sindicato de Empleados Agrícolas de Oregon. Allí colaboró en la gestión de la emisora radial de PCUN, que se aboca a los empleados agrícolas y miembros de la comunidad en la zona de Woodburn, en Oregon. Investigó la historia de las luchas sindicales de los empleados agrícolas de PCUN en la zona noroeste del país, incluyendo la participación de César Chávez. Delgado también ayudó a organizar reuniones con la autoridad municipal sobre la reforma de la inmigración y formó parte en comités que organizaron agendas estratégicas para impulsar dicha reforma.

“Como estudiante de ciencias políticas, nunca había tenido esa oportunidad,” recalca Cristina. “La pasantía me otorgó muchos conocimientos sobre la creación de una agenda estratégica y la colaboración con organizaciones sin fines de lucro.”

El verano pasado, Cristina hizo una pasantía mediante el programa  PROMISE en la oficina de administración de subvenciones de su universidad, y creó un amplio informe que documentaba cómo se le pagaba a los expertos y académicos visitantes –a veces mediante un complicado sistema de nómina. El trabajo implicaba mucha redacción, y requirió que Cristina realizara amplias investigaciones y entrevistas para obtener la información que necesitaba.

“Representó todo un desafío para mí, pues debí mejorar mis habilidades de oratoria, redacción e investigación,” sostiene. “E incluso aprender las políticas y el lenguaje comercial y de visas. Todo era nuevo. Pero marcará una diferencia en el futuro de mi vida.”

En este instante, Cristina se encuentra decidiendo dónde la llevará ese futuro. Su idea es estudiar derecho u obtener una maestría que finalmente la ayude a asesorar a organizaciones sin fines de lucro. Sea como fuere, su enfoque estará en su comunidad.

“Quiero ayudar a organizaciones sin fines de lucro que apoyen a comunidades con baja representación: organizaciones femeninas, granjeros, minorías sexuales,” sostiene. “Todo el trabajo que he hecho mediante la universidad ha ayudado a mi crecimiento personal o profesional. Cada año aprendo mucho.”